Me siento tan sola.
Una desdichada condena
de la que no puedo librarme.
A veces impuesta por mi misma,
otras veces por los que me rodean.
Sin saber durante cuánto tiempo he de sentirme así,
sin poder luchar para liberarme.
Observada y humillada,
todos hablan a mis espaldas.
Se callan y sonríen cuando les miro,
pero solo ponen otra cara.
Mienten a todas horas
o ignoran mis palabras.
Mis sentimientos se arrastran por el barro
y ya no sirvo de nada.
Atrapada en mi ira,
me encierro y no hago nada.
Mi cama es mi torreón,
mi habitación, el castillo que me atrapa.
No suplico ayuda,
solo una tierna mirada,
que por una vez no sea una farsa.
Títeres y marionetas
conmigo juegan desde el alba,
pero al llegar la vigilia
me encuentro sola y olvidada.
Y cansada,
sonrió como si de una máscara se tratara,
para no parecer diferente,
para no ser la rara.
Aún buscando el agrado,
aún soñando con la compañía,
solo encuentro apariencias
y mi ánimo cae de nuevo,
otra vez estoy desganada...
de esta vida estoy cansada...